domingo, 12 de diciembre de 2010

Públicos y Contrapúblicos de Sahron Lockhart




PÚBLICOS Y CONTRAPÚBLICOS de Sharon Lockhart
por María Regina Pérez Castillo

Una vez que “ Públicos y Contrapúblicos” comenzó a proyectarse hubo dos reacciones entre
los allí presentes: los que pensaron que aquello era una broma de mal gusto y lo que
pensamos, pensamos y no paramos de pensar hasta que que se terminó el filme.
Yo me quedé en la sala pero escuché a una mujer que indignada salía diciendo: “ Qué bonita
es la película, preciosa”. Alguien debía haber advertido a aquella señora que aquello no era
Memorias de África sino video arte.
No es mi intención dármelas de experta, nada más lejos de la realidad. Yo misma estaba
esperando expectante que algo inesperado ocurriese: de repente un actor ante el público, una
música que sorprendiese a todos, no sé, algo así.
Cuando me dí cuenta de que no iba a pasar nada liberé mi mente y comencé a reflexionar:

EL ESPEJO:
Aquellos señores, señoras, niños, ancianos,... éramos nosotros. Todos esperaban que algo
ocurriese como lo estaba haciendo yo. Se movían, resoplaban, se quedaban dormidos,... lo
que suele hacer un público y “casualmente” lo que estábamos haciendo nosotros.
Aquello era un espejo en el que tanto ellos como nosotros nos estábamos viendo reflejados.
Estábamos siendo el público y a la vez el entretenimiento.
Esta idea me llevó a otra más disparatada: “ Quizá haya una cámara que vía satélite está
retransmitiendo nuestra imagen a esas personas del Teatro Amazonas y viceversa, todos
estamos esperando que alguien haga algo gracioso pero nadie lo hace porque todos estamos
esperando, valga la redundancia”. Inmediatamente alejé esa idea de mi cabeza porque me
llegó a parecer absurda a la par que terrorífica.

HISTORIAS INDIVIDUALES:
Entonces me pareció que entre esa gran multitud de personas debían existir pequeñas
historias individuales que fuesen interesantes. Empecé a fijarme uno por uno y descubrí una
historia familiar: un hombre que aburrido de estar allí esperando empieza a roncar
fuertemente. Su señora avergonzadísima por la situación le regaña. Esta escena tan cotidiana
trajo inmediatamente a mi cabeza aquella tarde de sábado en la que mis padres decidieron
llevarnos a todas las hermanas a ver la famosa obra de Miguel Delibes “ Cinco horas con
Mario”. Tras una hora de teatro mi padre era aquel hombre roncador y mi madre aquella
mujer con las mejillas rosadas por la vergüenza.
Anécdotas aparte, cada una de esas personas actuaba frente a la espera de manera diferente
y ciertamente durante el tiempo que duraba el filme te daba tiempo a reconocerte en esas
personas, a buscar tus semejanzas con ellos.

LA BÚSQUEDA:
Pensando sobre el significado de aquel video llegué a otra conclusión bastante efímera. Los
ritmos del edificio. Pudiera ser que la clave se encontrara oculta en las columnas y los arcos
de medio punto del Teatro Amazonas y perdiendo la mirada en ellos incluso parecía que el
semicírculo te abrazaba también a ti que estabas fuera de la pantalla.
Llegados a este punto obtuve mi primera conclusión: que aquello era un espejo, estaba
claro, pero más claro aún estaba que Sharon Lockhart me había hecho pensar durante 40
minutos en su obra; y es que si algo en común tienen todas las obras contemporáneas es la
ignorancia del espectador y su afán por deducir el significado de aquello.
Sin duda alguna, el arte contemporáneo nos trae de cabeza.

Jueves, 28 de Octubre de 2010

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