lunes, 4 de julio de 2011

Antoni Tàpies, obra gráfica 1974-1994



                                        Desde el 9 de Junio en la Galería Nuevo Arte (Sevilla)
                                                                                                                  por María Regina Pérez Castillo
                                                        
                                                            “ Caminante son tus huellas
                                                               el camino, y nada mas;
                                                               Caminante no hay camino;
                                                               se hace el camino al andar”
.
                                                                                      
                                                                                                             Antonio Machado
   



Las cicatrices de toda una vida sobre papel, con la fuerza del trazo negro y la configuración de todo un mundo simbólico. Antoni Tàpies ha querido plasmar la rodada de toda una vida como hombre y como
artista, así nos presenta su obra gráfica que es una sincera invitación ancasa, desplegando ante el público todo un cosmos de símbolos cotidianos para él y enigmáticos para nosotros.
El papel se ha plagado de cruces, números, letras y marcas, todos y cada uno de ellos poseedores de un significado especial que el espectador puede intuir.
La distribución de dichos ideogramas es armónica a la par que aleatoria, como si el azar hubiese tendido a la euritmia.
El protagonismo persiste en el gesto y la materia, el gesto como expresión primaria y básica del creador; la materia como un imprescindible componente de la vida humana que en los últimos tiempos ha sido ultrajado y conducido por los caminos de la contención. Esta última idea ha sido una constante en la obra de
Antoni Tàpies desde que el artista descubre el Informalismo en torno a 1951. Su producción, a
partir de este momento, gira en torno a la libertad matérica, la mixtificación técnica y el empleo de
materiales heterogéneos como nueva forma de expresión. Pero en este caso no podemos hablar
propiamente de materia ya que el medio utilizado es el grabado, se ha producido por lo tanto, una
congelación del gesto y sustancia sobre el papel. La idea de la “congelación del gesto” no es nueva,
tiene un claro antecedente: Jasper Jones y su producción de banderas iniciada en 1955. Jones
contradice las teorías de Clement Greenberg al afirmar que el gesto puede no ser fresco e
inmediato. Él lo hace posible gracias a la técnica de la encáustica, es decir, cubriendo con cera la
superficie pictórica de manera que el gesto queda sepultado e inmóvil. Tàpies lo consigue mediante
el grabado, un medio en el que papel y tinta reiteran el carácter bidimensional de la obra.
Dicho carácter también queda acentuado por esos signos que remanecen como huellas o vestigios
configurados a lo largo de la experiencia. Existen múltiples, algunos destacados son: “A. T ”, la
cruz, la silla, el pie,... De todos ellos se ha hablado mucho y diversos expertos en arte han intentado
dar un significado concreto, pero la única certeza que tenemos es que todos ellos son rastros y
estigmas de una personalidad especial, la del artista.
Y de esta forma se produce la invitación, ya que el autor “regala” al público una parte de su
identidad, mejor dicho, de su intimidad, porque nos está permitiendo acceder a un mundo oculto
que solo tiene sentido completo para el artista. El público solo puede hacer cábalas y conjeturas de
lo escrito sobre el papel.
El espectador no debe ser como el flaneur de Baudelaire, el cual observa el trascurrir de la vida en
las calles esperando la punzada de la belleza, sino como el voyeur que mira a través de la rendija
para robar la intimidad de los otros. El artista consiente dicha acción, él mismo nos abre las puertas
de su morada y pone ante nuestros ojos los rastros de su mundología.