sábado, 2 de abril de 2011

Ignacio Tovar en la galería Rafael Ortiz

                                                “Bajabas descalza a abrirme”, Ignacio Tovar
                                       Del 2 de Marzo al 20 de Abril de 2010. Galería Rafael Ortiz.
                                                                                                             por María Regina Pérez Castillo


         “ No te acuerdas de cuando, entonces, bajabas descalza a abrirme. Ahora ya no me conoces”

Un título prestado de una soleá, una pintura que se yuxtapone al dibujo y ondas de agua. Estos son
los tres elementos que dan forma a la nueva obra de Ignacio Tovar: “Bajabas descalza a abrirme”.
El título de la colección realmente es un
pequeño empréstito que Ignacio Tovar ha
tomado de una soleá interpretada por Fernanda
de Utrera. La única relación que existe entre su
pintura y el título es el trabajo, el momento de la
creación. Tovar, como hacen muchos artistas,
escucha música mientras crea. Podríamos
definir este acto como pura sinestesia , la
música te lleva al pigmento o al revés. Un
estimulante para crear. Decidió pues, que el
mejor título para su obra sería la letra de una
soleá que escuchaba mientras pintaba. Quizá la
voz de la Fernanda le había “ordenado” un rojo intenso o un índigo. Quién sabe.

No existe intención de textura. La técnica utilizada es pigmento y látex vinílico sobre tela, esta
técnica da como resultado una planicie total (el óleo texturado sería el puro antagonista). Además
cabe señalar que el dibujo queda oculto, disuelto por la pintura que se ha situado justo encima. Éste
es casi una anécdota sobre el soporte. Mucho más interesante es la gradación tonal que Ignacio
propone en cada una de sus obras. Distintas unas de otras, las gradaciones tonales nos hablan
activamente, sugiriendo al espectador cualquier tipo de emoción, pensamiento o sensación.
La forma de construirlas es también interesante ya que dentro de cada gradación encontramos un
veta distinta a la tonalidad propuesta. No interrumpe ni desagrada, al contrario, da movimiento a la
composición, un movimiento centrífugo, ligero y tranquilo ( o devastador, según como se mire).
La pintura de Tovar no solo invade todo el soporte sino que también alcanza los espacios no
pictóricos. Cuando hablo de espacios no pictóricos me refiero a esa pared tan blanca que nuestra
mente tiñe de rojo, azul o violeta. El movimiento que propone el artista está incompleto, es media
espiral o medio torbellino, o como quieran llamarlo, no es el caso. Nos da una pequeña pista cuando
sitúa un lienzo junto a otro y nos advierte de que aquello no es el pastel completo sino un trocito.
No hay mayor problema, porque inmediatamente nuestra mente se pone en marcha y gracias a la
fuerza y la composición “la pared se tiñe”. Un referente en este sentido sería Morri Louis, el cual
pasó del exceso de color y manchas, a simples líneas muy gestuales que se van ordenando en los
extremos del lienzo, trascendiendo a éste, porque el centro de la composición está fuera del lienzo.
Este es el concepto Postpictórico y es el que encontramos en Ignacio Tovar.
Tampoco podemos obviar las pinturas del Rothko o Pollock donde han desaparecido los espacios
blancos, todo es pintura, la famosa All over Paint.

¿Ondas de agua? Principalmente es un espacio en el que perderse. Parece que las ondas acuáticas no
son más que un simple pretexto que pone el artista para invitarnos a explorar dentro de su pintura.
Las líneas curvas paralelas nos imbuyen en el movimiento que provoca una gota al caer sobre una
superficie de agua, el movimiento de una espiral o el de un remolino. Si combinamos este
movimiento con las gradaciones tonales que pasan de la luminosidad a la oscuridad podemos
acusar a Don Ignacio de querer situarnos en el ojo del huracán, un agujero negro que nos está
absorbiendo inexorablemente. Algunos experimentarán la calma acuática y otros el temor a
desaparecer en medio de la oscuridad.

¿Quién se atreve a bajar descalzo sabiendo que no hay luz abajo? Este es el desafío que Tovar nos
propone en la Galería Rafael Ortiz.

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