ELEGIR MI PAISAJE
Galería Mecánica (Sevilla) acoge la exposición colectiva Falso Paisaje hasta el 12 de Diciembre
Si pudiera elegir mi paisaje
de cosas memorables, mi paisaje
de otoño desolado,
elegiría, robaría esta calle
que es anterior a mí y a todos.
Elegir mi paisaje, Mario Benedetti.
Elegir el paisaje siempre ha sido una cuestión vital para el hombre, ya que en él reside parte de su
identidad. La búsqueda constante del medio perfecto nos ha conducido a la aceptación y respeto de
nuestro hábitat, sintiéndonos parte soluble de éste, o por el contrario, a la transformación y
desfiguración del mismo que ha engendrado Falsos Paisajes. Bajo este inquietante título Juan del
Junco, Gerardo Custance, José Ramón Ais y Mp & Mp Rosado se convierten en constructores de un
paisaje un tanto surrealista, donde reconocemos cuatro visiones procedentes de cuatro vivencias
distintas, siendo el procedimiento fotográfico el favorito en todos ellos.
Cuando Juan del Junco toma su cámara las cosas que creemos insignificantes se revisten de
dignidad y protagonismo. Su obra fotográfica es una secuencia de retratos de piedras, donde el uso
de primeros planos pone ante nuestros ojos las diferencias morfológicas existentes entre éstas.
Intencionadamente hablamos de “retrato” porque aquí la piedra es tan meritoria como la persona.
No nos encontramos ante un simple estudio de taxonomía mineral, las intenciones del artista
superan el ámbito documental para profundizar en la búsqueda de una identidad humana unida a la
naturaleza, algo que podemos observar en la evolución de su propia obra, la cual se aleja cada vez
más de un mundo superficial para adentrarse en las raíces de un pasado remanente. La fotografía es
para Juan, algo más que un medio artístico, es una forma de autoconocimiento. El respeto que siente
por el medio del que es amigo e intruso le hace devolver las piedras que tomó prestadas. Estas
fuertes convicciones éticas nos conducen a los ideales de Joseph Beuys, defensor de la reintegración
del hombre en la naturaleza como único medio de vida auténtico. Partiendo de un carácter más
observador que afectivo, Gerardo Custance presenta ante el público sus insólitos paisajes. La obra
de Custance busca incesantemente composiciones geométricas que extrañen al ojo, accionando el
disparador solo cuando todos los elementos que integran la imagen encuentran esa inusual
distribución. Pero la genialidad de su obra reside en las metáforas que construye. Utilizando la
técnica compositiva anteriormente citada, escoge escenarios completamente ordinarios, como por
ejemplo la plaza de un pueblo, y los convierte en territorios alienígenas donde tiempo y espacio se
han detenido por completo. El espectador experimenta extrañeza y se plantea la veracidad del
asunto. El falso paisaje siempre pretende la distorsión del discurso común, provocando cierta
inquietud y desasosiego. La obra de José Ramón Ais es ejemplar en este aspecto. Su trabajo está
basado en la famosa técnica cinematográfica y televisiva de inserción de croma, consistente en la
sustitución de un fondo (habitualmente verde o azul) por otro ficticio mediante un equipo
especializado. Las imágenes que construye son una conjunción de escenarios ficticios y elementos
reales que inserta delante de esos escenarios ( hierbas, flores,...). La naturaleza que representa Ais
tiene un fuerte sabor cinematográfico, consecuencia de la técnica utilizada, de manera que se
produce una conexión inmediata con el espectador, el cual reconoce e interpreta de inmediato esos
decorados fílmicos. La línea más independiente y libre de la muestra colectiva la protagonizan los
paisajes escondidos de los hermanos Mp & Mp Rosado. El uso de fundas que esconden objetos
simbólicos parece ser una constante en su producción.“Habitar como tránsito” ya manifestaba
abiertamente la poética de lo que no se ve pero se insinúa. En este caso, las fundas de piel con
cremallera son sajadas y mutiladas, perdiendo toda su funcionalidad y adquiriendo una nueva,
liberan un paisaje que se escondía en su interior y como consecuencia se convierten en marco
expositivo del mismo. Las vistas que nos ofrecen los artistas forman parte de nuestra cotidianidad,
han sido registradas en nuestra memoria pero tristemente nuestra costumbre las ha deteriorado.
Al descubrirlos de esta original manera, recuperan su prestancia y brillantez, captando la atención de aquel que la había perdido. La mutación constante del paisaje ha desacralizado su figura y nos han permitido verlo desde otros puntos de vista. Las cuatro direcciones analizadas son una buena muestra del nuevo rumbo que ha tomado el medio humano y el propio individuo. Escarbando en la relación surrealista que vincula nuestro inconsciente con el medio, descubrimos el afecto o el aborrecimiento que experimentamos por él, es decir, nos descubrimos a nosotros mismos.