lunes, 14 de marzo de 2011

La Luz Teñida de Paz Pérez Ramos

La Luz Teñida, la Luz Vivida
por María Regina Pérez Castillo
La Luz Teñida”, Paz Pérez Ramos.
Galería Birimbau ( Sevilla, del 22 de Febrero al 20 de Marzo de 2011)



Vivida porque se trata de la propia experiencia de Paz. Las terrazas que se veían desde su ventana resplandecían por el blanco de la cal y el rojo proyectado, de esta forma ella sabía que el suelo de la terraza de enfrente era rojo. Su obra no queda lejos de esta simpática experiencia que inspiró algunas de sus piezas.
Partimos y parte (ella) de una máxima: el color blanco refleja todos los colores, el color negro los absorbe. Así, la artista se agencia un soporte de cartón pluma inmaculado, preparado para que sobre él se posen ( como insectos) pequeñas piezas de cartulina coloreada. Lo que era blanco en un origen se contamina de todos esos reflejos, una paleta cromática de falsos colores ( porque realmente son proyecciones de lo real). Luego repite y experimenta con el rojo, el azul e incluso el negro como telón de fondo. Pero la obra no muere en los reflejos del papel coloreado, tiene más vida, mucha más...
La obra toma diversos caminos, caminos a los que el espectador accederá o no. Todo depende de la pericia de éste:
Primero, los reflejos nos hacen reflexionar sobre la realidad del color, ¿cual es el color real, cual el proyectado, cual el matizado? Y como le ocurría a Paz con el color de las terrazas, a todos nos han dicho alguna vez que el mar es azul porque el cielo se refleja en él, o al revés. Realmente no tiene que ver tanto con el color de una cosa u otra sino más bien con el hidrógeno del ambiente, tema aparte. La idea básica aquí es la luz como transmisora del color, llegando a recrear en nuestra imaginación perfectamente ese movimiento de fotones de un lado a otro, como si de un “licuado de la luz” se tratase.
En segundo lugar e inevitablemente tenemos que hablar de esas “piezas insecto”que reposan suavemente sobre el fondo coloreado o no coloreado. La tridimensionalidad de estas pequeñas empuja al espectador a pasear una y otra vez delante de la obra, buscando distintos ángulos que transformarán por completo el paisaje. El punto de vista cambia la obra, la modifica, quizá nos recuerde a la porducción de Yaacov Agam.
¿Es esto arte óptico? Existe una relación evidente con el arte óptico, pero aquí no hay una bidimensionalidad que aspira a ser tridimensional, porque ya lo es. Por otra parte, el carácter tridimensional de la obra nos evita el molesto mareo de las obras de Vasarely.
Parece que Paz siempre ha estado muy preocupada por el individuo como conformador de una sociedad. La fórmula mágica aquí depende del signo “+”, es el signo que aúna todo, la adición que solidifica a una entidad comunitaria. Cada pequeña pieza de cartulina es elemental, diferente, invisible y común. A 1 cm del espectador es elemental y diferente, a 1 metro de éste es invisible y común.
Podemos imaginarnos a nosotros mismo con una personalidad distinta a la de los demás, sabemos que somos alegres como nadie o cocinamos de una forma especial ( tenemos una consciencia individual), paralelamente pensamos en toda la gente que vive en nuestro vecindario o sabemos que cumplimos las normas sociales que el resto de personas cumplen, se contrapondrá en nuestra mente la imagen del “yo” y del “nosotros”. Ella puso un ejemplo más poético: el árbol y el bosque.
Este aspecto se presentaba abiertamente en su anterior trabajo “ Elemento Repetido”, y llega hasta “La Luz Teñida” con un carácter bien diferente porque mientras en el primero hay un individuo que con el conjunto marca una forma orgánica, en el segundo no hay naturaleza sino geometría, y en cualquier caso, existiría una naturaleza celular, como la multiplicación de éstas componiendo tejidos. El paso de lo orgánico a lo geométrico es el fundamento evolutivo de la obra de Paz Pérez. En un principio veíamos la textura de la celulosa, ahora vemos líneas rectas en las que lo interior no se revela. Ha nacido un nuevo lenguaje engendrado por una nueva técnica, la tijera.
En el pasado, las manos de Paz habían desgajado y deshecho los pequeños trozos de cartulina que inertes mostraban su naturaleza originaría: albura, corteza y raíces. Con el tiempo se han hecho más vergonzosos y su artista más frágil. Ésta abandonó el doloroso movimiento de muñeca por el corte seco de la tijeras.
La nueva herramienta cambiaba por completo la sintaxis de su obra, aunque el trasfondo, sus verdaderas preocupaciones seguían plasmadas en la luz y el individuo colectivizado.
La libertad interpretativa que el espectador asume frente a las obras es tremenda. Las posibilidades son infinitas, nada está escrito, nada está definido,... Sugerente y abierta, con la luz como hilo conductor y la experiencia de toda una vida que nos regala su creadora. Así es la Luz Teñida, una propuesta valiente que no experimenta tanto con lo simbólico como con lo visual. El contenido, la historia o mensaje queda en un segundo plano cuando la mirada se pierde y queda atrapada entre los espejismos de color.



Viernes, 11 de Marzo de 2011

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